Padre de los Jesuitas,
Amor de mis amores,
Alumbra tú mi camino,
Y yo aliviaré tus dolores,
Padre de los Jesuitas,
Rezo perpetuo de un pueblo,
Que orando junto a tí tu camino va siguiendo,
Padre de la cruz a cuestas,
Moreno bendito del cielo,
Eres Padre de vida,
Tú eres Padre eterno,
En la mañana eres Rocío,
Eres estrella en la que me oriente,
Y en la Madrugá santa de La Algaba,
Para mi estás tú solamente.
Solamente estás tú, solamente están tus ojos, solamente está tu cara a la cual yo siempre imploro,
Solamente están tus manos, solamente está tu cruz,
Y aunque la calle está repleta,
Para mi solamente estás tú.
Pero están tus nazarenos,
Que tu andar van alumbrando,
Y su cera derramada es de mis hermanos el llanto,
Llanto de tus músicos,
Llanto de tus nazarenos,
Llanto de tu grupo joven,
Llanto de saeteros,
Llanto de tus acólitos,
Llanto de costaleros,
Llanto de una abuela que pide por sus nietos,
Llanto de un madre por ver a su hijo sufriendo,
¿Y tú dices que estás solo?
¿De verdad mi nazareno?
Si eres Edén de La Algaba,
Si tras de tí va todo un pueblo,
¿Y tú dices que estás solo?
¿ De verdad mi nazareno?
Si a tí van las madres de tus hijos entre credos, implorando aún más fuerzas porque el futuro lo ven muy negro,
¿Sigues pensando que estás solo?
¡A qué ya no mi nazareno!
Pero cómo vas a estar solo padre del amor eterno,
Si eres flor de vida y de todos eres consuelo,
Si eres rey del cielo y señor de todo un pueblo,
¡Si mirarte a tí no pueden!
¡Si llora hasta el firmamento!
Si con mirarte a la cara siente un abrazo fraterno.
No digas que estás solo,
No lo digas más mi nazareno,
Qué tras de ti tienes a tus hijos,
Locos por tu cara «MORENO»
Y luchando siempre a tus pies,
Mi bendito Nazareno.
Manuel Jesús Reyes Torres
