San Juan Evangelista

Bajo palio, en misterios e incluso solo, la iconografía de San Juan Evangelista es un viejo conocido de la Semana Santa. Una imagen sin la cual no se entenderían ciertos pasajes de la Pasión de Cristo.

 Era ya un habitual de estas escenas en sus primeras representaciones. En la Edad Media coronaba junto al Crucificado y la Virgen, numerosos retablos.

 Su presencia se hizo más acusada con la llegada del Barroco. Las primeras referencias sobre la compañía de San Juan se tienen en la cofradía de los primitivos nazarenos de Sevilla.

 En 1570 ya se le menciona junto a la imagen de María Santísima de la Concepción. Esta estampa se haría habitual en las hermandades que tenían como Titular a un Nazareno. Ahí está el caso de la Esperanza de Triana (con la Sacra Conversación), la O, San Isidoro o el Valle. El siglo XX los fue sacando de sus pasos para arrinconarlos en los altares.
 Al igual que ocurre con imagen de la Virgen de los Dolores, y debido a las grandes carencias documentales, resulta imposible concretar la fecha en la que la se le empezó a rendir culto a la imagen de San Juan Evangelista en la Hermandad de Jesús.

 Durante su última restauración en el año 2017, el doctor de Historia del Arte, Andrés Luque Teruel, situó temporalmente la imagen en los inicios del siglo XVIII, en base a las características y el análisis de la policromía primitiva que fue recuperada en esta intervención.

La primera referencia de la que existe registro data de 1852 con la aprobación de unas reglas que se mantuvieron vigentes hasta 1977. Durante el siglo XX hay abundante constancia gráfica de que la imagen procesionó en varias ocasiones junto con la Virgen de los Dolores en la estación de penitencia de la Madrugada. Un conjunto que volvió a repetirse en una fecha histórica para la hermandad, la del 21 de octubre del año 2000, cuando tuvo lugar el traslado de las sagradas imágenes desde la Parroquia de Nuestra Señora de las Nieves a la nueva sede canónica de la corporación, la Iglesia de Nuestro Padre Jesús Nazareno, en el barrio de la Cruz. 

Estrenado el siglo XXI, el estado de conservación de esta imagen llegó a ser bastante deficiente, motivo por el cual en el año 2005 la hermandad decidió retirarlo del culto y encargar la hechura de una nueva talla. El busto, brazos, manos y piernas de esta primitiva imagen pasaron a exponerse en una vitrina de la sala museo de la corporación. 

En 2015, gracias a la iniciativa de un hermano y al no haber calado devocionalmente la nueva imagen que lo había sustituido, la hermandad aprobó en cabildo la restauración y reposición al culto del primitivo San Juan. Esta imagen se repuso al culto en el Quinario de 2017.

Intervenciones sobre la obra

Se tiene constancia documental de dos intervenciones sobre la obra. La primera, en los años 70, la realizó Francisco Buiza Fernández. Ésta consistió en un cambio de la policromía, modificación de las articulaciones y un acusado giro e inclinación del cuerpo para acentuar el diálogo con la Virgen de los Dolores.

La segunda intervención se realizó entre 2016 y 2017. La acometió la licenciada en Bellas Artes en la especialidad de Conservación y Restauración, Carmen Bahíma Díaz. En ella se recuperó la imagen que estuvo retirada al culto durante más de una década. En esta intervención se detectaron dos capas de policromía. Una, más superficial, que correspondía a la de Francisco Buiza y, otra, de una excelente calidad que correspondía con la original de principios de siglo XVIII, que fue recuperada.

 También fueron sustituidos los ojos de cristal y se colocaron pestañas, que anteriormente habían sido eliminadas en la intervención de Buiza. Se mantuvieron los pies y manos primitivas de la imagen, que fueron integradas en un nuevo cuerpo, acorde a la imagen de la Virgen de los Dolores, y con la posición del primitivo, que había tenido antes de la restauración de Buiza, para lo que recurrió a las fotos más antiguas del Discípulo Amado.